DRAKKAR
Un niño pequeño, de cabello
desordenado y ojos legañosos, asediados por los mosquitos, mira extasiado los
grandes mares escandinavos que se formaron mientras dormía… fueron creados por
la tormenta que pasó enfurecida arrancando arboles de raíz y desnudando techos
de láminas herrumbrosas.
Al lado del escuálido muchacho un
vikingo, de enormes proporciones y un guerrero apache de cuerpo cobrizo miran
serenos el horizonte. ¡Son grandes amigos, y compañeros de correrías!
Anclado en los muelles y
agitándose con impaciencia un regio drakar negro con muchos escudos en la borda
y velamen dorado espera impaciente el abordaje de aquellos grandes guerreros
ávidos de aventuras.
El niño camina descalzo sobre las
frías aguas de los charcos y toma un pedazo de vara de bambú partido por la
mitad que dejó botado algún albañil descuidado el día anterior; coloca dentro
de ella dos muñequitos de plástico y se acurruca para ir en busca de peligros…
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