NOCHE DE PUEBLO.
De pronto una noche
recobré el olfato que había perdido con las últimas cabañuelas; así que decidí
salir a caminar por la noche del pueblo.
Me gusta cómo huele
la noche en este lugar; huele a tortillas tostándose en los comales de las
casas, huele a tamales burbujeando en gigantescas ollas; huele a chorizos
friéndose en las sartenes que de vez en cuando encienden en llamaradas.
Algunos murciélagos
vuelan cerca de los postes del alumbrado público capturando insectos frente a
la cantina donde los borrachitos lloran bebiendo cerveza barata y haciendo
fuerzas de mano.
<<Sin
murciélagos no hay tequila>> pensé.
—Miguelan. (Memorias Nueva Concepción)
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