HELADOS MOZOS.
En una pequeña cafetería de Santa Tecla, el viejo Capitán, veía como el sorbete dechocolate de Rolando goteaba sobre la madera de la mesita donde apenas cabían dos personas. Le pasó una servilleta para que limpiara.
El mozo se sonó
estrepitosamente con ella moviendo la cabeza de un lado a otro.
— ¡Nunca lo voy a superar
papá!
¿Desde cuándo no se comía
un helado de chocolate?
Odiaba el chocolate…
quizás los miles de siberianos que su padre hacia cuando niño le hubieran
cansado.
Don Chon cortaba las tiras
y dejaba siempre un pedacito para él; y así de trozo en trozo, superó los
límites de tolerancia al cacao con que nacen los seres humanos.
<<Una vez que odias
el chocolate es para siempre, es un divorcio definitivo, no hay vuelta
atrás>>
“Me aburrí del Chocolate
cuando era estudiante”—solía excusarse.
— ¡Yo la amaba más que a
cualquier cosa en el mundo, más que a mi vida!
Cuando se hartó del helado
de chocolate, siguió con los de vainilla, los cuales aborreció cuando supo que
el sabor era artificial lo obtenían de una sustancia secretada por las glándulas
anales de los castores.
<< ¿Cómo podían
comer eso? ¿A quién se le ocurrió tal aberración?
Por el cristal de una
ventana minúscula, el sol de las cuatro derretía el pretexto en forma de helado
que Rolando fingía lamer de vez en cuando con las pestañas largas y colochas
empapadas en lágrimas de inexperiencia.
Escuchó con paciencia al
más explosivo de sus hijos, hasta que hubo terminado su sorbete de fresa.
Su cartilla de helados,
después de medio siglo de ir desechando sabores por cualquier causa se limitaba
a dos paladares: Ron con pasas y fresas.
—Me cuesta
comprenderte—habló por fin—quizás yo nunca he amado a nadie de esa forma; pero
he de decirte algo: cuando murió mi madre yo creí que iba a morir también,
pensé que nunca iba a superarlo, y heme aquí ahora, después de mucho tiempo y
caminos llevando una vida tranquila…
¡No es que no ame a tu
mamá o que haya olvidado a mi madre!
Lo que quiero decirte es
que el tiempo lo cura todo…
—Miguelan 2020 (Memorias)
“No hay mejor médico que
el tiempo, al final termina sanando y cicatrizando cualquier herida por artera
y profunda que sea, todos tuvimos una novia en la escuela a la que juramos amor
eterno ¿y qué pasó?
Pasó, el tiempo…
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