NUESTROS PRIMEROS AMIGOS.
Los hermanos son nuestros
primeros amigos, nuestros primeros aliados y confidentes. Fomentan el
compañerismo y ayudan a mejorar la convivencia social del individuo.
El tiempo pasa y las
experiencias se van haciendo muchas, enriqueciendo nuestra memoria con
preciados recuerdos, hasta que llega el momento en que cada uno debe hacer su
propia vida y tomar las riendas de su destino.
Los padres se quedan solos
y en la distancia, los recuerdos de los momentos maravillosos son un oasis para
nuestro espíritu, en espera de un reencuentro.
¡Y entonces sucede!
Algunas veces durante la
Semana Santa y otras en Navidad (casi siempre en Navidad), la casa de los
papás, que se había quedado silente y triste, comienza a llenarse de ruido y
algarabía.
Los hijos empiezan a
llegar de todos los rincones del país y otros de países más lejanos. Los viejos
sonríen... ahora ya no solo son padres, sino también abuelos... ¡la casa
estalla de alegría!
Por allí también ronda el
embaucador vendiéndole piedras "pulsudas" a los sobrinos y contando
las historias más magníficas hasta hoy narradas por ser viviente alguno, el
"secaleche" no para de besar a la mamá aunque ya está más viejo que
los primeros hermanos.
La casa rebosa de
felicidad e historias. Se hacen planes para salir a algún sitio, unos quieren
playa y otros montaña, pero al final a nadie le importa mucho dónde se vaya
sino que todos estén juntos como antaño, cuando salían a Moncagua y otros
lugares...
Serán unas magníficas
vacaciones donde engrosaremos el álbum de fotografías y enriqueceremos nuestro
espíritu con recuerdos, para cuando estemos lejos y no podamos reunirnos.
—Miguelan.
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