lunes, 25 de diciembre de 2023

LA CASA DEL ABUELO

 LA CASA DEL ABUELO.

Los piñales apuñados a orillas de los pedregosos y polvorientos caminos que circundan Copalillo, se tiñen con el amarillo eterno de aquel sol que se grabó para siempre en el amanecer de mis días…

Las vacas mugen con pereza, mientras las manos bien lavadas de los corraleros tiran de las tetas rebosantes de tibia y espumosa leche que será servida en “guacalitos de morro”

Sentado en un banquito, en el corredor de la casa de adobes blanqueada con cal, un par de ojillos vivaces observan con mirada inocente y curiosa. Es un flaquísimo muchachito, miedoso hasta la medula, quien despereza los fantasmas de la noche anterior mientras el penetrante olor de boñiga vacuna, impregna cada célula olfativa con fragancia indeleble que llevara hasta su último respiro.

A un lado de la casa de tejas y horcones estoicos al paso del tiempo, un gigantesco amate se eleva colosal, con ramas que casi tocan las nubes, y raíces que orgullosas se posan sobre la gigantesca roca blanquecina donde los boyeros ponen sal para que el ganado lama con su lengua carrasposa, haciendo un ruido peculiar.

Un Volkswagen escarabajo, perlado de sereno descansa en un claro debajo de unos palos de “jocote corona” pelados, sin una sola hoja; pero cargados de colorados frutos que sin duda más tarde serán devorados con avidez por una pandilla de jovencitos, chorriados e hiperactivos, que el día anterior, se bañaron pelados en la poza de Las Animas, llenando con su griterío el silencio de los vastísimos potreros donde crece harto el Jaraguá y los palos de carbón negro…

Una mano suave se posa en el hombro del pequeño rapaz:

¡Hola tocayo! –Dice con dulzura.

¡Es el abuelo! Su mano es suave y sus ojos desbordan serenidad y paz, en la otra mano lleva un tazón de leche tibia y azucarada que extiende al chiquillo…

San Alejo El Salvador Corrales al atardecer loma de Copalillo


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