UNA NOCHE A LOS CUARENTA
Una noche, casi llegando a
los cuarenta apagué mi reproductor de música para escuchar la lluvia que caía monótona
sobre el techo de zinc que ya necesita alguna reparación.
Media vida después me
enteré que no existe mejor sinfonía que la lluvia en el tejado. Ninguna música
será mejor que el murmullo del agua deslizándose entre las rocas.
¡Jamás nunca un compositor
podrá igualar el sonido del viento entre los árboles!
Las devotas chicharras
anunciando la semana mayor tostadose al fuego lento del verano tropical.
Las olas arrullando al
pescador que con el sedal aun entre los dedos sueña con la mar.
...Los grillos en la
noche, la algarabía de los pájaros al amanecer o el grito apagado del Guás
hiriendo la soledad de los potreros cuando el día casi se termina; preludio del
ulular agorero del Tecolote que en las ramas del amate espera al indio para
susurrarle la muerte al oido.
¿Y a vos cual sonido te
gusta más?
—Miguelan.
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