RECUERDOS INEXISTENTES.
Los vidrios sin polarizar
del sedán, me permiten ver la noche que aún no llega al cenit.
Absorto en mis
pensamientos, ignoro el parloteo del conductor y la radio encendida a medio
volumen. No vamos muy rápido.
¿Para que encienden la
radio si van a conversar?
Desconozco los detalles
que podrían decirme en que ciudad o lugar del mundo me encuentro, aunque sí
puedo ver, que las casas son altas y las calles angostas.
No puedo precisar ahora,
si alguien más nos acompaña en el asiento trasero; para ser sincero aun no
estoy seguro de la ruta que llevo, quizás regrese a casa o vaya para alguna
fiesta o evento.
Algo si recuerdo con una
lucidez impresionante: ¡la explosión de vidrios volando como pequeños diamantes
y el sonido horrible y hueco del metal impactando con violencia en el costado
lateral del automóvil, justo al lado de mi puerta!
… luego un zumbido que
desaparece y después oscuridad.
No, no he tenido un
accidente de tránsito jamás. Lo curioso es que este cuadro, se ha convertido en
una escena repetitiva desde hace algunos meses.
Una y otra vez me
pregunto: ¿Cómo puedo recordar con tanta claridad un evento que jamás ha
sucedido?
Más que un recuerdo, es
como un trance en el cual vuelvo a vivir una y otra vez ese cuadro, siempre en
cámara lenta, cada vez que me siento en el asiento del copiloto.
¿Será una memoria
genética?*
¿Es una espantosa
premonición?
¿Estoy perdiendo la
cordura?
¿Le sucede a alguien más?
—Miguelan 2021 (Memorias)
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