sábado, 6 de septiembre de 2025

DE SAN MIGUEL A SOYAPANGO EN BUS.

 DE SAN MIGUEL A SOYAPANGO EN BUS.

Allí, por el Triángulo, donde está el China House; abordamos un bus de la ruta 304, el que viene desde La Unión. Casi nunca está vacío, pero en esa ocasión había muchos asientos para escoger.

—Rahema, vámonos en este asiento de tres, para que no te vayan restregando los sobacos en la cara todas las vendedoras que se suban.

—Pero… allí va a dar el sol.

—¿Y qué? Para eso hay cortinas.

Una señora discute con el mot
orista, porque ya tenemos como veinte minutos de estar en ese lugar. El conductor murmura algo con la boca llena de comida y continúa engullendo sus pupusas, sin que, al parecer, le afecte un comino lo que vocifera la impaciente señora. (Me recuerda el cuento del perro y el elefante, que leí en un almanaque Escuela para Todos).

En Mercedes Umaña la historia se repite: otra vez los gritos de la señora, correspondidos por los respectivos gruñidos del conductor.

Finalmente, la desdichada mujer se bajó en Soyapango, no sin antes armar otro revuelo con el conductor —para disfrute nuestro—.

—Que le vaya bien, señora —responde el acrisolado chofer, en una mezcla de alivio y paciencia.

Medité en la situación el resto del viaje, para concluir que el ser humano es un animal de costumbres que se adapta al medio en que vive. Quizá por eso el conductor, acostumbrado a lidiar con pasajeros molestos, no dio muestras de estar enojado. Además, debía guardar la calma: todavía le esperaba la trabazón allí por MOLSA.

Bajarse de un bus en la terminal de Oriente significaba entonces enfrentarse a una multitud de taxistas que se ofrecían a llevarnos a cualquier lugar del planeta por un precio más barato. Algunos hasta se tomaban la libertad de tomar por el brazo a la persona, situación comparable solo a la de regresar al mismo lugar y tener que sentirse mal por desembarazarse, a veces de mala forma, de los múltiples cobradores y malvivientes que se procuran una moneda consiguiendo clientes para los insaciables motoristas.

 

—Miguelan. (memorias)

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