jueves, 11 de noviembre de 2021

CIRILO

 CIRILO


Cirilo Rivera El Salvador Canton Conacastal Las Placitas
Murió el viejo artesano de petates y sonrisas, con las últimas lluvias del invierno, a
mitad de la pandemia.

No, no se lo llevó la peste, él era más fuerte que eso.

Cirilo Rivera se llamaba, le gustaba reír con desparpajo y vivir despreocupado de los afanes que atormentan a la mayoría de mortales.

Comía de todo y caminaba como Enoc, hablando la “Palabra” a quien se le cruzara en el camino.

Nunca supe en realidad los años que tenía, podría con facilidad haber contado ochenta y cinco, noventa o trescientos.

De su juventud conservó siempre  la elegancia del sombrero; y terminó vendiendo su pistola al descubrir que el hambre no se complementa con la fe, y que la fe a veces necesita la pistola.

Se marchó en silencio, muy pocos lo despidieron; y no es que no lo quisieran, es solo que la calamidad nos tenía a todos encerrados.

Después de todo lo importante no es como uno muere sino como uno vive.

Recordaré nuestras pláticas de cada tarde en la banca de nadie, viendo pasar la vida y desfilar la gente.

Estoy seguro que al momento de morir sonreía con naturalidad… tal vez con desparpajo.

¡Yo habría asistido a su funeral lo juro!

Pero recién me enteré expatriado como me encuentro. Y aunque dicen que las malas noticias tienen alas, a Lodebar sin duda llegan en carreta.

Más aun aquí en el destierro,  cuando el silencio de la noche se puede palpar con los dedos de la mano, yo puedo oír los cañones reventando honores por tu arribo a la tierra de los inmortales.


—Miguelan 2021

#Elcuadernodemiguelan

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